Son varios los raperos que me escriben para compartirme sus proyectos. Reviso y respondo tanto como puedo, incluso les devuelvo un “gracias” a esos que simplemente te pegan un link sin siquiera un saludo o una explicación de lo que contiene su enlace, pero me alegra darme cuenta que cada vez son menos los que caen en ese spam que sólo resta valor a su trabajo como artista, mientras que, en cambio, me parece que cada vez son más los que demuestran tomarse en serio su música y sin rodeos te manifiestan el interés que traen por dar a conocer su propuesta de la manera más efectiva posible, lo que no necesariamente va relacionado con la masividad del alcance, sino más bien con la forma. A esta altura del camino uno ya diferencia a simple vista al que busca proponer del que sólo quiere que se hable de su nombre. A mí me gusta concentrarme en los primeros si se trata de nuevas publicaciones para este blog, como el caso de Diego Páez, quien el día de hoy por fin estrena su último disco y de manera humilde y transparente me confió esa responsabilidad.
Por Darío Gutiérrez O. (a.k.a. Güissario Patiño).
Sobre eso de ser y volver a nacer.
Dos entradas más atrás, mientras compartía el disco Fénix de los santacruzanos Kifat & Dogman, me tiré algunas impresiones personales sobre cómo y dónde se mueve el rap en los interiores de la sexta región. Ahí señalaba a las localidades de Santa Cruz y Rengo como algunas de las más activas en cuanto a la articulación de la cultura, deteniéndome en Santa Cruz para ejemplificar con los nombres de algunos referentes además del de los autores del disco mencionado. Coincidentemente hoy me toca cruzar hasta la comuna de Rengo, lugar de origen de Diego Páez, conocido en el rap como El Páez o también Pattan, responsable creativo del álbum que hoy nos convoca. Doble coincidencia además me encontré en los conceptos que definen ambas propuestas. La anterior llamada Fénix, en alusión a quien renace desde las cenizas, y la de hoy bautizada como RenaSer, un juego de palabras que no requiere mayor esclarecimiento, aunque sí un necesario repaso a la historia para entender el porqué Páez vuelve nuevo y empieza otra vez (sí, como la canción del otro Páez).
Diego se involucra en el Hip Hop en la primera mitad de la década pasada, inspirado principalmente por el movimiento que venía curtiendo desde los noventas algunos legendarios referentes locales, como Sabia Teoría y Dj Naztyk, entre otros exponentes más contemporáneos como Código Verbal, Ciudad Vokal Armada y los graffiteros de DKZ. Siendo un quinceañero daba sus primeros pasos en la música grabando maquetas y subiéndose a escenarios con su grupo Dramaproyect. El 2008 se atrevió a probarse en solitario y editó su único álbum hasta la fecha: Retomo El Poder (DESCARGAR AQUÍ), el cual fue editado por Tres Puntos Records y difundido libremente por algunos de los escasos medios digitales de la época. Fueron sus años más activo como emcee. Su habilidad en el freestyle lo llevó a ganar un par de competencias regionales: “Más de alguna plazoleta fue testigo de mi freestyle, habilidad comprobada si yo prendo el maic”. Páez cimentaba lo que se proyectaba como una buena alternativa en la música, pero, iniciándose la segunda década del dos mil, decide dar un paso al costado y se concentra en concretar otros proyectos. Vivió por varios años en Santiago, donde acabó cediendo ante la demanda del sistema y su ritmo esclavizador, priorizando eso de ser profesional, aunque siempre con vocación de hacer trabajo social. En resumidas palabras, estuvo a punto de dejar de ser y convertirse en esa clase de personas que dice “yo era rapero cuando chico”.
La vida lo puso en situaciones en que la necesidad de expresarse volvió a tomar urgencia. Esto coincidió con su regreso a Rengo, donde fue inevitable retomar y recuperar el contacto cotidiano con las viejas amistades. Se armó de un buen lote de instrumentales de Utópiko, mientras se sacaba el óxido en la escritura y el rapeo para conceptualizar lo que sería un justo renacer en la fértil tierra de la maceta original. Diego Páez volvía a ser.
Fiel:
RenaSer es un álbum que nos deja muchas lecturas sobre esa etapa crucial en la vida de Páez. Lo primero en destacar, y que resalta quizás con mayor ligereza, es lo de reforzar la raíz de su historia a través del reencuentro con sus camaradas. Su nueva obra es algo que no habría podido concretar sin el apoyo y acogida de compañeros como los creativos de La Familia Studio y Sevicia Mental, quienes abrieron las puertas de su Inframundo Estudio para la grabación. Las colaboraciones se nutren de la misma matriz, y allí encontramos nombres como los de Colina Clímax, Dj Naztyk, Ekys de Sabia Teoría, Carito Flores, Larking de Sevicia Mental, y también el de su antiguo compañero en Dramaproyect, Simonky Smc. Tracks como “No me olvido de mi escuela” y “Sigo fiel” son otros ejemplos que nos hablan un poco sobre lo mismo. Luego se descubre la cualidad renguina y el sentido de pertenencia en argumentos de canciones como “Compás de una vida”, y – desde otra perspectiva— el mordaz “Morbo”. Finalmente figura la necesidad de rellenar el vacío de los años fuera del ejercicio y revalidarse a través de la autoafirmación, que es lo que se deja ver en canciones como “La verdad”, “A dónde vas”, “Líricas estrictas” y varias de las anteriormente mencionadas. Quizás es la línea más predominante a lo largo del álbum, lo que lo hace por momentos desgastante, ya que, cuando se potencia con los rapeos de alguno de sus invitados, nos deja una leve sensación de resentimiento hacia los pares y algo de automarginación provinciana, lo que me parece estar de más en un álbum que por esencia tiene mucho más por entregarnos. Es por lo mismo que prefiero aquellas canciones en las que Pattan se desenvuelve de forma individual y va liberando aquellas capas que los años de silencio fueron endureciendo. Ahí se subrayan algunas de las frases y fraseos de mayor ingenio que podemos encontrar a lo largo de los once tracks que componen su obra.
Fue un proceso lleno de aprendizajes, mucho ensayo y error, pero con la convicción de que se dejó la vida en cada verso, en cada fraseo, en cada sesión frente al micrófono, y que no existen impedimentos cuando lo que haces es por amor a la música.
El Páez con su renacer nos comparte un buen testimonio, pues reúne fundamentos honestos, hace un mea culpa y se reencuentra consigo mismo por necesidad y sanación, sin pretender entrar en lo que desde su vereda define como “escena”, aunque la madurez le hará a entender con el tiempo que ya es parte de la misma y este interludio en forma de regreso no es más que un lapsus en la historia de un entusiasta creador que por ahora sólo tiene claro que quiere hacer las cosas de la mejor manera. Lo que venga a futuro será consecuencia de mantener un presente en la misma sintonía. Por cierto, un acierto fue contar con la asesoría de Dj Matz en la masterización del álbum, quien hizo de RenaSer una obra parejita y entretenida de digerir.
Tremendo aporte al rap chileno.