A fines de febrero Dano lanzó Istmo y un mes más tarde estaba en el Lollapalooza Argentina presentándolo. Doble logro. Primero, por presentación internacional. Y segundo, como revancha después de casi tocar en el festival un año atrás como parte del show de Halpe, lo que no sucedió finalmente debido a una tormenta. A pesar de la importancia del Lolla como escenairo, estaba claro que no todos sus fans iban a poder pagar esa entrada, y la media hora de show tampoco le hacía justicia a la presentación de su mayor obra hasta el momento. Agregó entonces una segunda fecha en Buenos Aires para abril, y dos más en Santiago y Montevideo para la misma semana, coronando la primera parte de su gira latinoamericana (Chile, Argentina y Uruguay), que en junio seguirá, visitando Ecuador, Colombia y México. Estuvimos en sus presentaciones de Santiago y Buenos Aires, así que, aprovechando la ocasión, nos volvemos hacia el complejísimo Istmo que retrató Danilo Amerise para profundizar en algunos datos y apreciaciones que han salido a la vista con el paso del tiempo y lo que aparece en el directo.
Escriben Agustín Wicki, Milagros Morelli y Darío Gutiérrez O. (a.k.a. Güissario Patiño).
Fotografías por Diego Zubicueta (@chole.sb), Marcelo Alarcón (@skinnyfotografias) y Felipe Colomer (@felipecolomer).
Para el show en Buenos Aires estaban anunciados T&K y Halpe como teloneros. Como sorpresa, también se sumó Ingrávidos La Industria. Un dúo que ya ha tenido sus merecidos halagos en este medio por abrir varios de esos conciertos importantes en Baires, estando cada vez están más cerca de tener el puesto que merecen como grandes exponentes de la escena argentina. Para la ocasión dieron un déjà vu de cuando Nico Mir, T&K y N-Wise Allah tocaron por primera vez “Antipasti” sobre el final del recital de MDE Click. En la cobertura de la fecha había hecho falta aclarar que se venía un hit, porque así lo fue. Esta vez se repite la advertencia: Ingrávidos junto a T&K y Delaossa tienen una bomba guardada que a más de uno le va a descolocar el cuello. Teika se quedó en el escenario para hacer su show. Tanto rimando como haciendo beats es uno de los pilares del rap argentino y el mayor representante internacional de su generación. Más que telonero, fue parte esencial de la noche, con un directo que duró alrededor de una hora y conformó otra fecha importante de su gira T&K La Historia, en la que repasa toda su carrera desde Writing Classics. Hizo una buena porción de tracks de WC y de El Libro Negro, destacando “Don’t stop”, adonde sumó el primer verso de “Ill Mati”. Además, hizo “Fumá” y “Let’s go” de 1993: The Lost Tapes y “¿Dónde mierda está?” del mixtape perdido que produjo Blunted Vato antes de ser uno de los jeques del trap local. Actualmente, Matías Salvatierra parece estar en una etapa mucho más pacífica de su vida, compartiendo con más gente y con un perfil bastante menos agresivo que el del Black Book, al mismo tiempo más colaborativo con otros raperos y también más cercano al público. La estabilidad personal también le permite estar llevando una gira por todo Argentina, e incluso cruzar la frontera un par de veces, además de estar lanzando material de una manera mucho más constante de la que nos tiene acostumbrados. Para cerrar hizo “23”, una declaración de lealtad al rap, que más de una vez ha llenado sus vacíos.
Mientras que, en Santiago, la apertura del show en Club Subterráneo la protagonizó Rick Santino, un invitado muy en la línea de aquella reminiscencia conceptual que nos trajeron Dano con T&K en su maxi Magic Kids, lanzado a mediados del 2015, misma época en que Santino junto a RTTC publicaban NDL90’s (Niños De Los 90’s). Ésa fue la referencia que lo destapó de su escondite y lo puso entre los creadores más activos del género en Chile, sin embargo, y pese a toda su experiencia, aún le falta conquistar un espacio importante en el circuito local en el camino hacia la profesionalización, así que, sin dudas, esta vitrina fue esa tardía oportunidad que no podía desperdiciar. Su nombre estaba en el flyer representando a los nacionales, y esta vez se enfrentaba a ese escenario como titular y no como invitado en el show de alguno de sus colegas. Rick Santino jugó bien. Apostó por un directo consistente y dinámico desde su entrada, aprovechando recursos de iluminación y otros detalles, principalmente con los ritmos, que le dieron valor agregado a la rutina, en la que se acompañó de Elias Roca controlando los beats desde el fondo y Phedro Peligro en los ad-libs. El momento alto lo puso la aparición de Lord Sucio para repasar un par de tracks de La Ceremonia, lo que fue sucedido por sus compañeros de Microphone Killaz, completando así en poco más treinta minutos un completo recorrido a lo mejor de su discografía de la última mitad de década, conquistando a la audiencia con algunas rolas como “C.R.U”, “Bak in de deiz”, “Naintiz kidz”, “Volvemos” o “Delirios”.
En ese momento, Danilo estaba compartiendo los pocos minutos que pudo con su gente de Chile en el backstage de Subte. Había que relajarse, al mismo tiempo en que el barbero Alejandro Morán (@hksbarber) lo dejaba fresco para salir a escena. Venía de una jornada agitada como espectador en el concierto de Havoc & Lou Fresco en Buenos Aires de la noche anterior. A Santiago llegó pocas horas antes de presentarse, y con suerte tuvo tiempo de acercarse a la venta de merchandising que se había programado Needle para su improvisada segunda visita a Chile, gestionada nuevamente por Bronko Yotte. Ese día me lo presentó rápidamente Elias Roca cuando entrábamos al local, como “un amigo de Chillán Viejo”. El productor chileno hizo muy buenas migas con el argentino en su visita de fines del 2017. Se entienden en códigos similares, sean musicales o estéticos. Elias fue su compañero en este escenario. Ambos son “del rockeador de Polo Vintage, desde antes que lo usaran los modernos en el Insta”, y lo que se veía entre el público que repletó el local era precisamente esa familiarización con el estilo de vida que en parte representa la obra de Dano. Yo llegué tarde a la historia, y mi vestuario evidentemente hacía disonancia con el desfile de cortavientos lo life que se lucían entre los presentes. Debo decir que con Istmo fue la forma en que entré a descubrir y entender un poco más la función de Dano, por lo que sabía que no podía perderme esta oportunidad de ver en vivo su propuesta, un auténtico istmo generacional, comunicacional y musical, que ha brindado al Hip Hop esa cosa que tan metida en el ADN tienen los argentinos, y es la de hacer las cosas, pero hacerlas bien, así como en su tiempo reinventaron a su forma el rock, el cine o la publicidad. Aquí está pasando con el rap, aunque tarden en verse esos resultados, pero, pese a hacerlo desde la distante España, la influencia de Dano ha sido sustancial para cómo se va entramando la actual generación de raperas y raperos en Argentina. “Bienvenidos a Buenos Aires” es al rap argentino lo que Pizza, Birra, Faso lo fue para su cine. Un antes y un después en el género. Su presentación en vivo fue, por supuesto, una extensión terrenal de estas interpretaciones, y una muestra ineludible de cómo no se están haciendo las cosas. Un viaje redondo y enérgico de exactos sesenta minutos, de conectar y vibrar con el público como lo fue en un inicio, una fiesta conjunta, que no separa público de artistas, sino más bien, con su lírica y puesta en acción, conecta ambos mundos. Sí, como un istmo. Entendí ese poder al momento de estrecharle la mano al tipo de la mirada calma, un poder de supremo Kaio.
La creación de Istmo fue un proceso larguísimo. Según Dano, la gesta empezó hace más de una década, ya sabiendo que quería hacer un LP así. Mientras se iba creando poco a poco fueron saliendo otros proyectos como Magic Kids, Imán y Saturno. Incluso, en estos meses Dano, siguió oficiando de Bomberman con nuevas creaciones: “Insha’Allah” junto a la cantante KYNE y “Spittaz/Life is like a dice game” con el rapero argento-belga-catalán Juli Giuliani. Todas estas obras son derivadas de la etapa veinteañera de la vida de Dano protagonizada por el hustle. Esto se ve reflejado en el tracklist de la fecha, donde solamente interpretó seis tracks de Istmo intercalados con bombas como “Águila del desierto”, “Copa América 91” junto a Big Deiv, “Desconocido” junto a T&K y casi todo Braille. Complementando trap y boom bap clásico, sin preocuparse por el público ortodoxo que todavía piensa que estos dos estilos no pueden estar relacionados. Como curiosidad, no tocó inéditos, algo que le gusta mucho hacer, tal vez por el cansancio de la gira o tal vez por otra razón, lo más parecido fue un remix de su verso en el primer cypher de El Corro.
Durante el recital, Dano, le pidió al público que al llamado de “no deejay” respondiese “no show”, algo característico de sus directos en señal de respeto a quienes iniciaron esta cultura. También nombró influencias musicales suyas e hizo subir al escenario a quienes colaboraron en sus proyectos. Además de rescatar el papel de sus acompañantes más allá de los raperos (quienes suelen llevarse todo el crédito), estas actitudes van en sentido contrario a la idea romántica del artista que actúa en soledad, aislado de todo contexto y ayudado sólo por sus musas. Dano es, como todo, una persona dentro de una sociedad, y trabaja atravesado por ella. No podría desarrollarse en la música si, además de su habilidad, no construyera con otros lo que después entrega al público (si es que lo desea, siendo que gran parte de su producción se mantiene inédita).
Las obras de arte (desde una pintura hasta un disco) van más allá de generar placer; entre otras cosas, también pueden ser el disparador para conocer las influencias del artista, y así comenzar (o continuar) indagando, una geografía cuasi infinita y en permanente expansión. No hay muchos músicos que logren despertar ese deseo, pero este es uno de los que sí. En la reseña previa de Istmo, se recalcaba principalmente los homenajes a las influencias dentro del rap; pero también es interesante cómo ha encontrado ese sonido de A Tribe Called Quest o Nas, construido en base a samples de soul y jazz, con samples muy distintos. Por ejemplo, bossa nova con un sample de Caetano Veloso en “Gold chains”, o salsa con un sample de Bobby Valentín en “Oro entre los puños”
Otro aspecto relevante del show es el visual, tanto en las pantallas del Lollapalooza como en el proyector de Palermo Club aparecían videos cortos funcionando como gifs, ampliando el universo estético de Istmo, que ya de por sí tiene una película y una tipografía propia. Hay una excelente entrevista a Gon Hergueta (diseñador y director responsable) hecha por Red Bull, en la que revela bastante información sobre este proceso creativo. Entre eso, habla sobre como la tapa de Monk de Thelonius Monk fue la principal inspiración para la portada, aunque se parece muchísimo más a la portada del soundtrack de Cowboy Bebop hecho por The Seatbelts, que a su vez está inspirada en la de Monk.
Gracias a la gira, llegaron una buena cantidad de copias físicas del disco para el público sudamericano, acercando una parte importante del mundo estético que posee la obra, con una edición completísima que tiene gran cantidad de trabajo encima. Próximamente estará disponible en Europa una tanda de vinilos que, considerando el resto del merchandising, promete muchísimo.
Algo fundamental que también se evidencia con la aparición de la edición física y yendo a los shows es la dedicación de la obra. Hay una larga y sentida lista de agradecimientos, pero el más importante es a Matías, un amigo de Dano recientemente difunto. Istmo está atravesado de punta a punta por el adiós. Despedidas involuntarias, pero necesarias o inevitables, y cómo Danilo lidia con las mismas: “nunca supe escribir el kanji de sayonara”. El enfrentamiento con lo efímero se da desde el coqueteo, cuando juega con esa idea generando material que toca en vivo unas pocas veces y jamás edita, hasta ceder ante el impulso conservador, cuando inmortaliza algo que estaba destinado a desaparecer, como un istmo.