Soy firme en la idea de que todo el rap que se hace en Chile es underground, independiente de la visibilidad o resultados que puedan tener unos pocos nombres por sobre la gran mayoría, defiendo que en general el rap en este país todavía nace desde un sentimiento muy propio en cada persona, y esa necesidad de expresarlo se materializa en música aún desde la intimidad de un estudio en casa para luego ser distribuido por sus mismos autores o autoras directamente a un público que no precisa de una emisora radial o un canal de televisión para consumirlo.
Claro, hay quienes cuentan con más o mejor infraestructura en el proceso, que probablemente han apostado y dedicado a su arte al punto de profesionalizar sus carreras, obteniendo con éste ganancias que se reinvierten en seguir potenciándolo, logrando así llevar su música, mensaje y directos a instancias más transversales que no van a escatimar en ceros en el cheque para pagar su contratación, la cual ahora contempla un equipo de trabajo que permita esa calidad y nivel que lo haga sobresaliente y fundamental. No nos dimos cuenta, pero aquello que antes era una inalcanzable posibilidad hoy ya es una realidad, sin embargo, a mi parecer, desde donde surge y cómo se desenvuelve el rap en Chile, todavía sigue y seguirá siendo de forma underground.
No obstante, en el interior del Hip Hop, de sus ramas y hasta de sus nichos dentro de éstas, tenemos esa manía de querer distinguirnos o diferenciarnos del resto. Por ejemplo, y basándome en la premisa anterior, algo que me llama la atención en Chile es esa necesidad de etiquetarse o abanderarse como “ser underground” dentro de una escena que ya lo es por el simple hecho de ser rap, para lo que entiendo tiene el fin de desmarcarse de quienes tienen un buen pasar gracias a su trabajo en la música, como si ese profesionalismo y constancia los volviera parte de un mainstream o una industria mundial, aún cuando se autoediten sus álbumes e incluso se produzcan y autopromocionen sus fechas. Si bien estoy de acuerdo que lograr y mantener un ritmo de trabajo serio inevitablemente te terminará sacando de poder participar activamente de todas las instancias que se te ofrezcan para priorizar las que te permitan hacer el show que pone la comida en tu plato, creo que nadie llegó hasta ese punto saltándose el primero. Como bien lo define y encarna Jonas Sanche, lo de hoy es simplemente “underground bussines”.
Más que mirar como inspiración esas confirmaciones de que sí vale la pena arriesgarlo todo y jugársela por cumplir los sueños, creo que aún tendemos a la comparación y automarginarnos de esas posibilidades, muchas veces restándole crédito a nuestros méritos con el fin de validarnos como un underground aún más underground, un símil a la controversía permanente de cuál es la forma más real de vivir el real Hip Hop.
Reparo en esto porque cada año que pasa tomo más conciencia de cómo el rap criollo evoluciona en calidad, conceptos, identidad y madurez. Rincón al que mires te encuentras propuestas capaces de sorprender y con un profesionalismo e ingenio que no requiere mayor presupuesto para ser sobresaliente. Aquello que le da autenticidad y diferencia al rap entre otros géneros es precisamente que no depende de altas cifras de dinero para hacerse bien, tal vez solo para hacerlo en mejores condiciones o asegurarle un mayor alcance, pero los mejores raps son los que nacen del hambre.
Aquí el nivel es elevado, efervescente y variado. Musicalmente, creo que Chile goza de una escena de rap inquieta y fértil, exigente y competente, sólo que aún su estado mental nos mantiene como rehenes de nuestros propios complejos, habitando permanentemente entre el miedo a nuestras propias virtudes y el rechazo hacia los buenos resultados de las virtudes ajenas: “nada personal, naturaleza humana”.
Sin dármelas de nada, creo que nuestro conflicto con la conquista del éxito ajeno es consecuencia del desentendimiento de un propio concepto de lo que sería el éxito para nosotros mismos, por eso nos acomoda autodefinirnos como under dentro del under, porque, con la misma naturaleza con la que nos cuesta reconocer la riqueza en nuestros pares, aminoramos de entrada el valor de lo propio. Así no tenemos nada que perder, ¿verdad? Eso lo veo frecuentemente cuando artistas me escriben para mostrarme su música y antes de poder escucharla se encargan de bajarle el perfil en la misma presentación. De esta forma, el mensaje que recibo es “te invito a escuchar una obra subvalorada por su propio autor”. Entonces pienso que, mientras sigamos teniendo complejos con los que somos y hacemos, nos seguirá incomodando lo que sea o haga quien está al lado, y si no somos capaces de reconocernos individual y colectivamente, más dificil será pretender que este movimiento underground por esencia hable un único lenguaje con las mismas posibilidades y méritos para todas las personas que lo conforman, independiente de la diversidad de propósitos que tengan, y no sea simplemente un termometro para medir quién es más o menos underground como la base de todo.
Hace un tiempo oía a Lamisty en una entrevista hablar sobre cómo sería de potente el rap en Chile si hubiese más apoyo entre colegas, si no existiera ese miedo o reserva de compartir el trabajo de los pares, pronosticando que con facilidad cualquier video de estreno tendría probabilidades de estar en tendencias si los vieramos y difundieramos comprometidamente en vez de ignorarlos. Pienso que sí, somos un público numeroso y muy fiel, tal vez silencioso, pero bastante masivo. Sin necesidad de pagar entradas para todos los eventos, ¿cuántos sueldos hacemos solo con nuestras reproducciones en plataformas digitales? Y no hablo sólo de los cinco nombres que Spotify considera para armar sus playlists editoriales de rap chileno, nuestro apoyo orgánico salpica para muchas más personas. Pero volviendo a lo concreto, recientemente oí también de una muy sensata autoentrevista de Jorge González del 2014. En medio de una de sus respuestas, reflexionó sobre la primera vez que lo reconocieron como un buen músico, lo cual pasó en el extranjero y cuando Los Prisioneros ya llevaban al menos media década de éxito:
“El chileno se pone super nervioso con decir que algo chileno es bueno. No lo quiere decir. Cómo va a ser bueno, si yo soy tan penca. Porque si este hueón es de mi nacionalidad, también tiene que ser penca. Y no es porque el chileno sea así, sino porque nos han educado y malacostumbrado, desde la época de los milicos en adelante, a pensar así, para aplastarnos, para hacernos sentir mal. Porque obvio que el chileno es groso, por eso tienen que aplastar tanto, por eso se ha necesitado tanta brujería, tanta tecnología, tantas leyes, tanto ejército, tantos disparos, tanta tortura; porque el chileno es muy bacán, y había que bajar esa bacanez. Pero, bueno, no nos desviemos del asunto…”.
Y así como profesa en discurso y aplica en acciones Lamisty, tengo claro que hay más personas que ejemplifican con hechos concretos filosofías similares, que están incondicionalmente ahí, pendientes de conocer y recomendar nueva música, de dejarte un comentario que demuestre que se dio el tiempo de consumir lo que le estás dando, así como generar instancias o espacios para que ésta exista, y al mismo tiempo ocuparse de hacer sinigual su trabajo si de música se trata. Personalmente me inspiran las personas así, que te las encuentras cuando vas a algún evento sin importarles estar sobre o bajo el escenario. Me parecen que le dan sentido y equilibrio al concepto de cultura underground, viviéndola y no definiéndola, aunque de los tipos que les quiero hablar hoy aún siento que tienen esa mala manía de encajonarse entre los under dentro del under, pero yo, egoístamente, quiero demostrar que el profesionalismo, la calidad, el compromiso y la visión creativa que caracteriza sus innumerables entregas los convierte automáticamente en artistas indispensables para la cultura popular chilena, como tantos más, y que la semilla que cultiva su música, constructiva y críticamente, es fundamental hoy como lo seguirá siendo su fruto en treinta o cuarenta años más, pero, en conclusión, creo que eso es algo que no lo tiene que validar la gente allá afuera en la inmediatez, más bien es lo que debiese sentir con convicción cada artista cuando entiendan su rol en el juego y no dependan de comparaciones para darle más o menos importancia o peso a esa sensibilidad que tienen ahí dentro esperando ser compartida para polinizar un nuevo mundo.
Por Darío Gutiérrez O. (a.k.a. Güissario Patiño).
Reunión de magos:
Hace años que no aceptaba una petición para escribir sobre un nuevo disco. Si bien siempre hay algo que decir, en tiempos en que la honesta recomendación musical perdió su sustancia desplazada por el fenomeno instantáneo de la “Promo al DM” a cambio de likes, me cuestiono si todavía hay gente interesada en leer historias, o artistas que quieran que se cuenten sus historias en lugar de ser un titular y una foto en el post, pero, principalmente, me pregunto si yo tengo ganas de seguir escribiendo estas historias en las que me siento más cómodo en mi forma de contar por qué recomiendo que inviertas algunos de tus minutos en este nuevo álbum que hace unos días me compartió uno de sus autores. Como ya estoy en esto, no tengo mucho que responderme.
Éste, particularmente, lleva por nombre Magicae Nigrae, y está firmado por algunos de los que considero ser de esas personas fundamentales para, con su accionar, mantenerle lo Hip Hop a la música rap.
Por un lado están algunas de las caras del inquieto colectivo multidisciplinario HdpGroupFam. De dicha factoría renquina salen propuestas con mucha miga a lo largo del año todos los años, operando con una intensidad creativa a la que sencillamente es complejo seguirle el ritmo y a la vez procesar en detalle el calibre de cada una. Más que proponerme estar al día con todo lo que ahí sucede, yo les veo como un pozo confiable del cual siempre habrá algo para beber, valorando la importancia de su existencia y recurriendo a ésta cuando haya necesidad de hidratarse. De ahí salen nombres como los del emcee JhonsonFaes (José Saldivia) y el indispensable productor Jardxcoamo (Marcelo López), que comparten crédito y protagonismo en la realización de esta placa.
Completando el núcleo de este trabajo está Tánatos (Claudio Contreras), un emcee con uno de los estilos y conceptos más interesantes de tener en el radar. Pulido en proyectos como Delamargamiel o Lakactus, las apariciones del puentealtino en el último par de años me han dejado siempre con expectativas altas ante el anuncio de una próxima intervención, sin embargo, su fuente inspiracional, como lo advierte su nombre, es densa y espesa, por lo que se agradece entonces la prudencia y dosificación con la que se asoma su música, aunque fuera de ella es una de las personas que siempre hace notar su presencia y energía en pro de la cultura, apoyando a sus pares o desarrollando ideas que encuentran su lugar para posteriormente desarrollarse con el tiempo y espacio que necesitan las mentes creativas para lograr su cometido.
Así, de la unión de estos tres magos, surgió el proyecto colaborativo Magicae Nigrae, una ocurrencia del 2021 que se materializó en un par de jornadas de grabación y mezcla en el 2022 para ser lanzada este 2023.
“Claudio nos comentó cuál era el significado de los nombres de cada track y del EP, dejándonos claro cuál era el trasfondo del mismo y el peso que conllevaría trabajarlo. Ya en la grabación, con la crudeza de sus letras y el peso en su contenido, logré captar cuál era su idea al realizar un trabajo de solamente cuatro tracks” – explica Jardxcoamo sobre el desafío creativo.
“Hay magia en cada componente de la vida”:
Magicae Nigrae se estrenó a fines de febrero y su duración no alcanza el cuarto de hora, pese a ello, condensa en forma justa la carga energética que lo inspira. Las instrumentales de BeatDrama generan distintas atmósferas y emocionalidades para los estados mentales que acompañan los escritos de Faes y Tánatos, los que, pese a su crudeza, se equilibran armónicamente gracias a la dirección musical de Jardxcoamo y las apariciones siempre oportunas de Dj Ropo en los cortes.
“Profundizamos el entendimiento en la construcción misma del ser humano. Estamos llenos de luces y de sombras, como quien camina en una de las cuerdas del universo, pero que siempre está queriendo aflojar. Así mismo es la constitución de las realidades, de las ciudades, de las sociedades y sus actores. Hay magia en cada componente de la vida, en todas sus dimensiones y estados.” – revela Tánatos sobre el concepto que inspira la obra.
Visualmente, Magicae Nigrae cuenta con la dirección fotográfica y audiovisual de Dejaboo (Javier Hernández), otra pieza clave del puzzle de HdpGroupFam, para luego encargarse del tratamiento artístico del proyecto algunos artistas del diseño como Chino, Durga, JotvPeace y Saeh. A pesar de que las líricas que dan narrativa a este trabajo se liberan desde un sentir muy personal, el espiritu de colectividad que lo cobija lo hace mutar en un lenguaje común, por ende más representativo para sus oyentes.
“Éste es un canto en honor a esa magia, folclore, historia y consecuencias que inundan de sentimiento los barrios bajos a los cuales pertenecemos. Javier atrapó en el tiempo justo lo que se quería entregar visualmente y el equipo de diseño aportó en darle ese sonido visual. Dentro de esa concordancia colectiva cada pista creada por Mauricio Drama habla por sí sola. Quizás unificamos ideas tradujendo en un solo lenguaje algo que viene del lenguaje en sí mismo. Y nada más, como diría Silvio.” – añade Tánatos.
“Para mí es la mejor junta que se pudo realizar en un EP. Algo conciso, con mucha crítica y claridad de ideales. Fui parte de un hermoso trabajo del cual me siento muy orgulloso. Larga vida al rap y los actores que somos parte activa de esta hermosa cultura” – concluye el productor a cargo de Hdp Estudio.
Los conjuros de Magicae Nigrae son “Thelema” (voluntad en griego), “Umbra” (sombras en latín), “Tao” (fundamento de toda existencia) y un remix llamado “Taos” (nuestro pueblo en tiwa).
Todos los elementos descritos hacen de ésta una obra no digerible a la primera escucha, que más bien demanda atención y conexión con los conceptos propuestos por sus autores, contemplando así el cuadro completo en su plenitud de detalles, siendo de esas con las que te encuentras cuando hay que encontrarse, sin presión ni ansiedad por los resultados, lo que diferencia las canciones del momento de las obras que se inmortalizan en el tiempo, como lo son en general los frutos en la cosecha de este generoso predio llamado underground.
Ahora, teniendo conciencia del trabajo y premeditacion detrás de esta entrega, ¿es más o menos underground que el de sus pares del underground? Tarea para la casa.